19/7/14

ADONIS...

 
 
 
 
Adonis estaba ciertamente basado en gran parte en Tammuz. Su nombre es semítico, probablemente su etimología se remonte al antiguo semítico ādōn, ‘señor’ que también fue usada, como «Adonai», para referirse a Yahveh en el Antiguo Testamento. Cuando los hebreos llegaron a Canaán, se les opuso el rey de los jebusitas Adonizedek, cuyo nombre significa ‘señor de Zedek’ (Justicia). Pero como no hay rastro de culto semítico alguno directamente relacionado con Adonis, ni tampoco ningún mitema específico relacionado su mito griego en las lenguas semíticas, investigadores griegos y de Oriente Próximo han cuestionado esta relación (Burkert, p. 177 nota 6 bibliografía). La relación en las prácticas religiosas es con su equivalente mesopotámico, Tammuz:
Las mujeres se sientan en la puerta llorando por Tammuz, u ofrecen incienso a Baal en los tejados y siembran agradables plantas. Estas son las únicas características del culto a Adonis: un culto confinado a las mujeres que se celebra sobre tejados planos en los que se ponían fragmentos sembrados con verde ensalada que germina rápidamente, jardines de Adonis... el clímax es el ruidoso luto por el dios muerto.
Burkert, pág. 177
Adonis era adorado en religiones mistéricas secretas: hasta la época del Imperio Romano (en Luciano de Samosata, De Desa Syria VI) ninguna fuente escrita menciona que las mujeres eran consoladas por un Adonis revivido. Las mujeres atenienses plantaban «jardines de Adonis», hierbas de crecimiento rápido que crecían de las semillas y morían. El Festival de Adonis era celebrado por mujeres a mediados del verano plantando hinojo y lechuga, y granos de trigo y cebada. Las plantas brotaban pronto y se marchitaban rápidamente, y las mujeres lloraban la prematura muerte del dios de la vegetación (Detienne 1972).
«En Grecia», concluye Burkert, «la función especial del culto a Adonis es como oportunidad para la expresión incontrolada de emociones en la estrictamente restringida vida de las mujeres, en contraste con el rígido orden de la polis y la familia en los festivales femeninos oficiales en honor de Deméter

El nacimiento de Adonis está envuelto de confusión para los que necesitan una única versión autorizada. Los decididamente patriarcales helenos buscaron un padre, y lo encontraron en Biblos y Chipre, fieles indicadores de la dirección desde la que procedía su culto. Walter Burkert cuestiona si Adonis no habría llegado desde el mismo principio a Grecia con Afrodita .

Cuando Adonis nació, era un bebé tan hermoso que Afrodita quedó hechizada por su belleza, así que lo encerró en un cofre y se lo dio a Perséfone para que lo guardara, pero cuando ésta descubrió el tesoro que guardaba quedó también encantada por su belleza sobrenatural y rehusó devolverlo. La disputa entre las dos diosas fue resuelta por Zeus (o Calíope, según las versiones), quien decidió que Adonis pasase cuatro meses con Afrodita, cuatro con Perséfone y los cuatro restantes del año con quien quisiera. Adonis sin embargo prefería vivir con Afrodita, pasando también con ella los cuatro meses sobre los que tenía control.

Adonis murió destrozado por los colmillos de un jabalí enviado por Artemisa como represalia por la implicación de Afrodita en la muerte de Hipólito. Otras versiones cuentan que el jabalí era el celoso amante transformado de Afrodita, Ares. Afrodita roció néctar sobre su cuerpo, de forma que cada gota de su sangre se convirtió en una flor roja llamada anémona. Cuando

Al morir, el río Adonis (actual Nahr Ibrahim), que nacía del monte Líbano en la Siria costera, corrió rojo según Luciano (cap. 6-9), quien atribuye el color a la sedimentación, pero añade que «sin embargo, hay algunos habitantes de Biblos que dicen que Osiris de Egipto yace enterrado entre ellos, y que el luto y las ceremonias se hacen en honor de Osiris y no de Adonis». Ciertamente hay muchos paralelismos con el mito de Osiris, encajonado en un ataúd y encerrado en el árbol del que surgió.
La muerte de Adonis - Museo Gegoriano Etrusco (Vaticano).
El nombre «adonis» ha pasado al lenguaje como un sustantivo común (sin flexión de número) que se usa para referirse a un hombre joven extremadamente atractivo, a menudo con la connotación de merecida vanidad.
En La muerte de un viajante de Arthur Miller, Willy Loman alude a sus hijos Biff y Happy como «adonis», lo que indica la visión idealista que tiene de ellos.
La obra maestra de Giambattista Marino, L'Adone, publicada en 1623, es un largo y sensual poema que elabora el mito de Adonis y representa la transición en la literatura italiana del Manierismo al Barroco.
Percy Bysshe Shelley escribió el poema titulado Adonaïs para John Keats y usó el mito como una metáfora ampliada de la muerte de éste.
En astrología se usa como asteroide hipotético.

 

ORFEO Y EURÍDICE, UNA HISTORIA DE AMOR MITOLÓGICA....

La historia de amor más antigua de la mitología griega es la de Orfeo y Euridice. Ella murió y fue a parar a los infiernos de Hades, pero él fue tras ella, para sacarla del submundo y traerla de vuelta al mundo de los vivos.


 

Orfeo es el músico más antiguo, célebre personaje de la mitología Griega, parte de la tripulación del Argos (los Argonautas), después de la expedición que llegara a la morada del dragón que cuidaba el vellocino de oro, se estableció en Tracia, tierra que gobernaba su padre, Eagro y Calíope, la musa de la poesía ética y la elocuencia. Pero como suele pasar mucho en la mitología, otros mitólogos dicen que era hijo del dios Apolo y de Clío, la musa de la historia o la nereide (ninfas del mar) Menipe.
En su viaje con los Argonautas, fue quien salvó a sus compañeros del canto melodiosamente peligroso de las sirenas, que los guiaban hipnóticamente a la perdición. Orfeo utilizó su lira, haciendo sonar una melodía tan bella que  llegó a tapar las voces de las sirenas.
 
Sus viajes también lo llevaron a Egipto, donde se llevó la fama de domador de bestias, ya que hasta el más feroz de los animales de la selva o el desierto acudían mansamente a sus pies encantados por su maravillosa música.
 
En Tracia, se enamoró perdidamente, y se casó con una bella ninfa llamada Eurídice.
Un día en que su esposa huía de las insinuaciones carnales de un pastor degenerado, fue mordida por una serpiente en la espesura de la hierba.
Eurídice falleció y fue a parar a los infiernos del Hades.


La pena de Orfeo era grande en demasía. Toda Tracia se entristeció con las melodías descarnadoras que hacía resonar con la lira que Apolo le había regalado. Su dolor y sus recuerdos nunca desaparecerían, pero a su alrededor, la tierra se llenaba de tristeza, las plantes se marchitaban y los animales se dejaban morir, los niños lloraban y hasta las laboriosas hormiguitas dejaban sus arduas tareas. Tal era el poder que tenían los dedos de Orfeo cuando rasgaban las finas cuerdas de su maravilloso instrumento.
Entonces, decidió enfrentar un destino peligroso, más allá de los límites de la cordura mortal. Decidió buscar y encontrar el río Estigia, el río que se debía cruzar para llegar al reino de Hades.
Finalmente, tras mucho deambular, Orfeo, según algunos mitólogos sobornó a Caronte (el barquero que cruzaba las almas al otro lado del Estigia, el Aqueronte, el Periflegetón y el Cocito, los ríos que franquean los infiernos. Según el mito y leyenda popular, a los muertos se le debía poner monedas sobre los ojos al enterrarlos para que con ellas pagaran sus servicios a Caronte) Según otros mitólogos, solo le contó lo sucedido y lo enterneció para que le dejara pasar.
Ante la vista de un humano vivo entre las almas de los muertos, todos los habitantes del infierno se asombraron. El can Cerberos (el perro de tres cabezas que guarda la puerta del infierno) apaciguó los abismos de sus bocas para callar unos minutos; la rueda en que Ixión gira eternamente frenó (condenado por osar enamorarse de Hera, la diosa reina, esposa de Zeus); las Erinias, que castigan a los hombres en el Tártaro, frenaron sus trabajos, y las serpientes que formaban su cabellera dejaron de silbar.

Orfeo logró cruzar las puertas de los infiernos y acceder a la sala principal, donde Hades, el dios del submundo, el amo y señor de los infiernos yace sentado en su trono, con sus tres ayudantes Radamanto, Minos y Eaco.
 
En este gran salón se bifurcan dos caminos, uno hacia el Tártaro, la tierra de los dolores y castigos eternos. Y el otro hacia los Campos Elíseos, la tierra donde la leche y la miel brotan del suelo por toda la eternidad. Reinan en los campos elíseos Hypnos (dios del adormecimiento) y Thanathos (dios de la muerte). Son un preconcepto del tan cristiano Cielo e Infierno.
 
Ese salón, esa encrucijada es llamada el Campo de La Verdad, porque ahí se juzgan las almas para saber a qué infierno están destinadas por toda la eternidad.
Orfeo Se acercó a Hades y con su dolorosa música lo convenció al rey de los infiernos, al Rey del mundo subterráneo, de sus penas de amor. Y le mostró que ningún hombre, ni dios debería tener que llevar en su corazón un dolor tan fuerte y tan puro.
 
Hades le concedió el favor de sacar a Eurídice de sus salas, hacia la luz del sol. Con la condición precisa de no mirar atrás para ver si su amada lo seguía. Debía confiar ciegamente y salir hacia la tierra con la mirada hacia delante.
Pero en el preciso momento de pisar la tierra fuera del mundo subterráneo, Orfeo no pudo más con su ansiedad y se dio vuelta, pero ella no había terminado de salir. Eurídice se desvaneció para siempre.
 
Orfeo volvió a cantar sus dolores con a su lira divina, junto a la piedra que marca la entrada al mundo subterráneo. Pasó allí 7 meses en su agonía melódica, sin cruzar el Estigia, sin estar en el mundo de los vivos ni en el mundo de los muertos.
Su música amansaba a los tigres, no por su belleza sino porque los entristecía, y olvidaban su fiereza, las Encinas se acercaban a escucharlo.
Las bacantes, las ninfas de Baco, o Dionisos, dios del vino y el éxtasis, que recorren el mundo en orgía y embriaguez eterna llevando a los hombres el secreto del vino y de cómo cultivarlo, hicieron una parada al escuchar la vieja lira y su triste sonido. Pero finalmente se acercaron a él y lo descuartizaron por despecho, porque él no dejo su música para atender las necesidades carnales por las que ellas le suplicaban.
Las musas entonces, dieron sepultura a su querido músico y arrojaron su cabeza y su lira al mar, que fueron arrastradas por las olas hasta la isla de Lesbos donde fueron guardadas para siempre.
Pero su cuerpo no era más que un recipiente vacío. Pues su sangre fecundó el estéril y yermo suelo de las puertas del infierno, y nació un olivo con el alma de Orfeo. El único árbol que llena de aire y verdor el último lugar que verá un ser viviente antes de entrar en el sueño eterno, que seguirá vivo allí por siempre, alimentado por el amor que Orfeo sentía por Eurídice